Engagement: Factor Clave

Engagement: Factor Clave
Autor: Ernesto Yturralde
Nivel de interés: Alto
Tiempo de lectura: 07 minutos
El Engagement en las organizaciones
Hace algunas lunas, durante un taller que facilitaba en Quito para Veris, una organización genuinamente comprometida con fortalecer sus valores y su cultura, titulado “Conectándonos con nuestra cultura VERIS”, uno de los participantes se me acercó en el coffee-break de la mañana con esa mirada que mezcla entusiasmo, gratitud y una reflexión que se estaba gestando en silencio. Me dijo algo que, hasta hoy, guardo con nitidez: “Ernesto, ¿cómo hacemos para que esta energía no se quede solo en esta jornada, sino que se mantenga viva cada día en nuestra cultura?” Era una pregunta inteligente nacida desde la conciencia de lo que estaban construyendo. Sonreí y le respondí con el corazón: “No se trata de mantener una energía realmente, sino de crear espacios donde esa energía tenga permiso para quedarse, para evolucionar y hacerse parte de lo cotidiano.”
Desde ahí quiero comenzar, porque el engagement no es una estrategia que se diseña en una sala de reuniones, es una emoción que se cultiva en cada interacción en el día a día. No se trata de aplicar fórmulas, se trata de comprender a las personas, de mirarlas más allá del rol que ocupan y de reconocer lo que sienten, lo que sueñan, lo que quieren aportar.
Lo he visto una y otra vez, en organizaciones grandes y pequeñas. Cuando un equipo se siente escuchado y valorado, aparece algo que no tiene nombre en las métricas, pero que transforma absolutamente todo. Es esa valiosa disposición a dar más, no porque lo pidan, sino porque nace desde sus adentros. Desde ese lugar donde el trabajo deja de ser obligación y se convierte en oportunidad.
El engagement se enciende cuando un colaborador deja de contar las horas, para comenzar a contar sus experiencias.
El engagement se enciende cuando un colaborador deja de contar las horas para comenzar a contar sus experiencias. Cuando siente que sus ideas generan valor, que aportan; cuando siente que lo que hace tiene eco que es apreciado; que está construyendo algo que le prmite trascender. No se trata de frases bonitas pegadas en la pared, como en otro artículo comento, se trata de decisiones, actitudes, coherencias.
Y no, no es responsabilidad exclusiva de una jefatura o del área de Talento Humano. Es algo que se vive y se contagia desde cada encuentro, desde cada conversación que dignifica, desde cada gesto que comunica: “!Estoy contigo!, ¡Me importas!, ¡Gracias!”
He trabajado con equipos en más de 20 países y si hay algo que se repite, es esto: el compromiso no nace del control, nace de la conexión humana, de la conexión con el propósito. Los colaboradores se entregan cuando sienten que su historia tiene lugar, cuando su Cultura Organizacional no les exige adaptarse a la fuerza, sino que los acoge y los potencia.
Uno de los errores más comunes es suponer que el desarrollo profesional se limita a enviar gente a charlas, cursos, talleres y seminarios. Pero el verdadero crecimiento comienza cuando creemos en el potencial de nuestra gente antes de que ellos mismos lo vean. Cuando abrimos espacios, acompañamos procesos y celebramos logros, incluso los pequeños.
La conexión entre personas, definitivamente es el terreno más fértil para el compromiso. Los equipos que ríen juntos, que enfrentan desafíos codo a codo, que se atreven a decir lo que sienten con respeto, desarrollan fuertes vínculos que van más allá del cargo o el área. Y en esos vínculos, la motivación se vuelve cada vez más sólida.
Y claro, parte de esa solidez viene de cómo conversamos. Por eso siempre propongo dejar atrás el viejo enfoque del “feedback” para adoptar el “feedforward”, que no busca juzgar el pasado, sino construir posibilidades hacia adelante, hacia el futuro con una mirada positiva. Cuando un colaborador se siente acompañado en lugar de ser observado, el deseo de contribuir, de poder agregar valor, crece sin necesidad de ser empujado.
Tampoco podemos hablar de compromiso si ignoramos la vida personal. Las personas que sienten que tienen permiso para cuidar su salud, su familia y su bienestar, llegan cada día con otra energía; una energía más humana, más sostenible. El engagement no es un tema de rendimiento, es una cuestión de equilibrio.
No procuremos recetas rápidas; miremos con honestidad a nuestro equipo, escuchemos lo que no dicen con palabras, conectemos con lo que verdaderamente necesitan para sentirse parte. El verdadero compromiso no se impone desde arriba, se invita desde la cercanía.
Y cuando ese compromiso aparece, cambia el aire que respiramos, cambia el ambiente. Todo vibra distinto, se siente en la forma en que se saludan cada mañana, en cómo se ayudan entre sí, en la creatividad que surge potente sin que nadie lo pida. Porque el engagement, cuando nace desde el respeto, deja de ser una meta para convertirse en una forma de estar, de relacionarse, de construir futuro juntos.
Es la consecuencia natural de una cultura que honra la autenticidad, que no castiga la vulnerabilidad y que celebra con gozo el talento. Es esa energía que aparece cuando cada colaborador siente que está en el lugar correcto, rodeado de personas que lo aprecian, que lo valoran y de un propósito que lo inspira.
Y sí, los resultados llegan, pero no porque se los persiga con presión, sino porque emergen como fruto de un equipo que confía, que se compromete apasionadamente y que pone el corazón en lo que hace y alcanzar resultados, sostenibles, reales.
Si queremos que nuestra gente camine con nosotros, no basta compartir el mapa trazado para las metas del próximo año. Debemos invitarlos a soñar la travesía, a caminar el camino, a construirlo juntos, a disfrutar el trayecto, incluso con sus subidas y sus bajadas. Porque cuando cada colaborador siente que es parte del viaje, se queda. Se queda con cuerpo, con mente y con corazón.
Y en ese espacio de pertenencia, es donde el engagement deja de ser una palabra elegante porque suena "nice", para volverse parte de nuestra cultura, de nuetro ADN, parte de quienes somos como organización.
Para citar este artículo:
Yturralde, Ernesto (2022). 'Engagement: Factor Clave'. Recuperado de https://yturralde.com/articulo-engagement.html








